Ecología.
Desde pequeño me ha interesado, o más bien indignado, la manera en la que el ser humano ha maltratado su entorno, tanto vegetal como animal. Aunque, para ser justos, tampoco es que nos tratemos muy bien entre nosotros.
Como cualquier otro movimiento que empieza como una lucha de una pequeña parte lúcida del pueblo, para convertirse en un movimiento de masas, y acaba siendo abanderado por políticos y empresarios, el movimiento ecologista ha acabado pervertido y politizado. Por eso no me considero parte del movimiento ecologista. Sí ecologista, como persona que propugna la necesidad de proteger la naturaleza.
Por eso no creo lo que dicen en los medios, ni los políticos, ni los empresarios. A veces ni los científicos, según quién les pague el sueldo. Y por eso me aferro a la idea de que cada persona debe indagar, buscar datos y evidencias donde crea oportuno y decidir por sí misma qué sí y qué no debe hacer para proteger la naturaleza, su casa. Y quien quiera y pueda, que lo transmita al resto. No dejes que piensen por ti.
Y con esta premisa he estado meses investigando cual era la manera mas sostenible de imprimir cuentos, sin que supusiese un sobrecoste impagable. Por eso se pueden encontrar en formato digital, pero tambien impresos en papel reciclado, con impresoras de recirculación de tinta. He abandonado el experimento primigenio de la autopublicación de Amazon, que obviamente no es sostenible medioambientalmente, ni éticamente, ni nada que se le parezca.
«Pídele al agua, a la tierra, al aire y al fuego de las estrellas…que te enseñen sus secretos. La naturaleza premia a quien la ama y honra» Helena Petrovna Blavatsky.
¿Este es tu secreto, buen amigo?