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Duende Común

Descripción

Como ya os imagináis, los duendes son seres diminutos y por eso es tan difícil verlos. Miden, aproximadamente, entre 5 y 6 cm de altura. Para que os hagáis una idea, como una pila AA: las de los mandos a distancia o las que suelen llevar los juguetes… las de toda la vida.

Son mamíferos terrestres antropomórficos, es decir, con forma humana. Aparte de su tamaño, lo que más les diferencia de los humanos es el color de la piel y el pelo. No porque algunos duendes no puedan ser del mismo color que algunos humanos, sino por la forma en que los duendes adoptan su color. Los duendes son, como les gusta decir a ellos, del color de las circunstancias en las que nacen. Por ejemplo, un duende que haya nacido en un bosque rodeado de hojas verdes será verde, mientras que uno que nazca rodeado de arena marrón —por ejemplo, en el desierto— será marrón. Ocurre algo parecido con sus ojos y su cabello, que suelen ser de algún tono que les rodease al nacer.

La esperanza de vida media de un duende es de mil días y llegan a su edad adulta a los cinco meses de vida.

Distribución y hábitat

Al principio hemos comentado que los duendes habitan los bosques. Esto es una verdad a medias. En realidad, los duendes habitan todo el mundo natural que existe. Hay duendes en los bosques, pero también en las selvas, los desiertos, las tundras, los glaciares, las estepas y en cualquier otro entorno natural que se te pueda ocurrir.

Son nómadas. No suelen dormir dos noches en el mismo lugar, salvo casos excepcionales. En ocasiones, por algún tipo de impedimento físico, por edad o por propia voluntad, los duendes se asientan, y entonces suelen dedicarse a tareas de interés general de su especie, como veremos más adelante.

Evitan las zonas urbanas habitadas por el ser humano. Además, procuran mantenerse alejados, no solo de las zonas urbanas, sino también de huertos y otros terrenos de explotación humana, porque suelen ser terrenos que, ya sea en su superficie o en lo más profundo, están contaminados con productos químicos que su salud no tolera bien. Ocurre lo mismo con otro tipo de terrenos contaminados por el ser humano, ya sea por negligencia, desconocimiento o accidente, como zonas donde pueda haber exceso de radiaciones nucleares o eléctricas.

Alimentación

Son recolectores y, básicamente, su dieta consiste en semillas, plantas, algas, hongos, frutos y bayas. Tienen por costumbre recolectar y transportar cierta cantidad de comida con ellos. A veces, plantan las semillas en otros lugares para asegurarse de que siempre haya qué recolectar, y otras veces las intercambian o se las regalan a otras tribus que encuentran en su camino.

Cultura y costumbres

Los duendes hablan el idioma «bosnor», que significa «duende» en su idioma, el bosnor. Existen varios dialectos diferentes con vocabulario propio, pero los duendes de cualquier parte del mundo son capaces de entenderse perfectamente. Además, hablan también los idiomas que hablan los humanos en cada región. Tienen una habilidad natural tremenda para comunicarse con otros seres, de ahí que sean capaces de aprender un idioma nuevo en muy poco tiempo.

No tienen una religión como tal. Simplemente creen en lo que ven y en el regalo que significa estar vivo y rodeado de vida. Adoran la naturaleza. En ocasiones, y dependiendo de la tribu y la zona, celebran festividades. Muchas de ellas están relacionadas con posibles hitos históricos de su tribu, pero la mayoría de las celebraciones tienen que ver con la naturaleza.

Les encanta la música y construyen sus propios instrumentos, que suelen tocar en los desplazamientos o cuando se detienen a descansar o comer. También les gusta reunirse toda la tribu y contar cuentos antes de echarse a dormir por la noche.

Como otro montón de cosas, las tribus comparten cuentos, música e instrumentos cuando se encuentran. De hecho, cuando dos tribus se encuentran suele producirse una pequeña celebración o fiesta por el simple hecho de haberse encontrado.

La cultura y costumbre duende, o bosnor, es esta a grandes rasgos. Obviamente, al ser tribales y estar esparcidos por todo el mundo, en cada lugar tienen sus tradiciones y costumbres propias, y sería imposible hablar de todas sin llenar páginas y páginas de cada una.

Las tribus nómadas

Como ya hemos mencionado, los duendes son nómadas. Suelen viajar en tribus o grupos muy ligados a lazos familiares. Lo habitual es que vayan a pie, aunque a veces aprovechan los desplazamientos de animales o sus flujos migratorios para viajar a gran velocidad, como veremos en el apartado «Interacción con la fauna». La naturaleza nómada de los duendes responde a distintos motivos. Al ser recolectores, siempre buscan lugares donde encontrar comida. Además, aunque suelen viajar en tribus y tienen una vida social plena, muestran cierta querencia por el contacto con otras tribus, aparte de cierta necesidad, como veremos luego. Por último, les gusta viajar. En realidad, al ser tan pequeños, sus desplazamientos son cortos salvo cuando aprovechan los flujos migratorios de los animales y, desde la perspectiva de un humano, se suelen mantener siempre en la misma zona.

Las tribus suelen tener un nombre que le otorgan sus fundadores. En muchas ocasiones, el nombre de la tribu se remonta a tan antiguo que nadie recuerda quién se lo puso. Así, nos encontramos con tribus jóvenes, tribus viejas y tribus ancestrales. No se sabe muy bien en qué punto una tribu joven se considera tribu vieja, ni cuándo una vieja pasa a ser ancestral, pero como referencia, los duendes suelen hablar de tribu joven cuando sus fundadores aún están vivos, y de tribu ancestral cuando su creación se remonta a siglos atrás o la tribu ha tenido cierta relevancia en la historia de los duendes. De modo que, paradójicamente, en ocasiones se ha llegado a considerar una tribu joven y ancestral a la vez.

Las tribus suelen estar formadas por uno o más núcleos familiares, compuestas por un puñado de individuos o por decenas; a veces, incluso más de un centenar. A medida que pasa el tiempo, las tribus van creciendo de un modo natural, salvo accidentes, catástrofes o epidemias. Pero esto no ha hecho que a lo largo de los años hayan crecido hasta el infinito, puesto que, en ocasiones, un miembro, o un grupo de ellos, decide abandonarla para crear una nueva, o bien unirse a otra ya existente. Esto no es ningún agravio u ofensa para la tribu, sino un proceso natural y necesario que regula el tamaño de las tribus y otorga libertad a sus individuos.

Asentamientos

Sabemos que los duendes son nómadas por naturaleza pero, en ocasiones, un individuo puede decidir dejar de viajar por el motivo que sea. A veces, por algún impedimento, otras por la edad y otras porque le apetece más quedarse en un sitio en concreto o realizar una tarea determinada. De este modo, durante siglos, se han ido creando asentamientos de duendes por todo el mundo. Muchos son lugares de paso donde comer algo, compartir una charla, cantar, aprender a fabricar herramientas nuevas, enterarte de los últimos chismorreos y socializar en general. Otros, además, cumplen un cometido específico como, por ejemplo, el Gran Archivo: una enorme madriguera abandonada, en el norte de Asia, que se usa desde tiempos inmemoriales para salvaguardar la historia de los duendes. En realidad, el Gran Archivo es el centro neurálgico de una red mundial de archivos bosnor. Hace siglos, una familia de duendes decidió, a imitación de los humanos, escribir la historia de su especie y, de ese modo, creó un pequeño método de escritura y compilación de documentos que llamaron «libros» (sí, como los humanos). Desde entonces existe la tribu ancestral llamada Los Archivadores, que se dedica a escribir, reproducir y salvaguardar la historia bosnor, además de a viajar por todo el mundo enseñando al resto de tribus a crear libros y escribir su historia en ellos. Actualmente, el subsuelo está lleno de una diminuta red de libros que se desplazan por todas partes, y el Gran Archivo funciona como gran aglutinador y reproductor de toda esa historia, organizado por la tribu de Los Archivadores, que se encarga de conseguir nuevos ejemplares, hacer copias y hacer que lleguen a diferentes partes del mundo, para que se puedan leer en los diferentes archivos locales. En realidad, esta red no solo abastece de conocimiento sobre historia a la comunidad duende, sino que, con el tiempo, se han ido recopilando conocimientos sobre medicina, tecnología, biología y otro sinfín de materias.

Aparte del Gran Archivo y sus sucursales, por así decirlo, podemos encontrar gran cantidad de asentamientos dedicados a infinidad de labores esparcidos por el mundo. Siempre ocultos y en lugares remotos para el ser humano.

Los duendes tienen un sistema de señalización de asentamientos. Un sistema hecho con elementos de la naturaleza que, por un lado, son demasiado pequeños como para que uno se percate de ellos y, por otro, son difíciles de descifrar para un humano.

Interacción con la fauna

Para entender esta interacción es imprescindible saber que los duendes se comunican con los animales. Les hablan en bosnor y, no sabemos muy bien por qué, los animales son capaces de comprenderlos e interactuar.

La relación que tienen los duendes con la fauna suele ser de colaboración no intervencionista. Parece un concepto un poco contradictorio pero no es así del todo. Básicamente, los duendes ayudan a los animales si estos se encuentran en algún tipo de apuro. Pero todos sabemos que los ecosistemas funcionan gracias a un equilibrio que, a veces y equivocadamente, nos suele parecer cruel. Por poner un ejemplo, raramente un duende ayudará a una liebre para que escape de un zorro. Es ley de vida y lo saben. Si el zorro no caza, también muere, así que ahí no intervendrán: no ayudarán a un animal si con eso perjudican a otro directamente. Puede haber excepciones a esta norma si hay cierto vínculo entre animal y duende, o si se trata de un desequilibrio evidente en el ecosistema, como muchas veces ocurre con la injerencia humana.

No siempre son los duendes los que están en disposición de ayudar a los animales. En ocasiones, bastantes ocasiones, son los animales los que ayudan a los duendes. Como ejemplo más habitual tenemos los desplazamientos. Los animales transportan a los duendes de un lugar a otro si no les supone ningún problema. Es bastante frecuente que los duendes aprovechen migraciones de aves cuando quieren hacer un viaje muy largo, o se suban a la grupa de una cabra montesa si tienen que atravesar una montaña, o que un pez o una nutria les ayude a cruzar un río.

Los duendes no comen animales ni tampoco son sus presas. Por el motivo que sea, los duendes no entran en la famosa pirámide alimenticia del resto de animales.

Interacción con el ser humano

Hubo una época en que el ser humano y los duendes convivieron y tuvieron cierta relación. Pero hablamos de una época anterior a los asentamientos humanos, en la prehistoria. Con el tiempo, el ser humano comenzó a creer que la naturaleza estaba a su servicio, en lugar de formar parte de ella. Los duendes decidieron que debían separar sus caminos, y así lo hicieron. De esto hace tanto tiempo que los humanos ni tan siquiera recordamos haber tenido relación con los duendes y hasta desconocemos su existencia. Los duendes evitan, deliberadamente, cualquier contacto con los humanos e incluso evitan dejar rastros que podamos encontrar.

Cuando un lugar cercano al que habitan duendes es ocupado por humanos, los duendes se alejan y lo evitan para siempre. Suelen poner señales, como hacen para localizar asentamientos, para que nadie se acerque a la zona de influencia humana. De este modo, casi ningún duende ha visto un humano de cerca.

La gran excepción a esta regla es el cuerpo de exploración bosnor, que sí se acerca e investiga costumbres, tendencias, peligros y otras características del ser humano. Y muy importante, aprenden el idioma que hablan los humanos, lo documentan y lo difunden entre las tribus cercanas.

Duendes en la actualidad

Como sabemos, el mundo no es el que era hace décadas. Se dice que cuando los balleneros comenzaron a cazar al norte de Europa, había tantas ballenas en el mar que los barcos se chocaban con ellas sin querer. Que una ardilla podía cruzar continentes de árbol en árbol. Sabemos que, aproximadamente, dos tercios de los bosques primigenios que había en el mundo ya no existen. Cada vez hay más zonas urbanas y menos entornos naturales. Cada vez hay más campos de cultivo y áreas destinadas a la ganadería extensiva o industrial.

Los duendes no son ajenos a estos cambios. Con los animales y especies que mueren cuando se destruye un ecosistema, también mueren los duendes que lo habitan si no son capaces de huir antes. A causa de las sequías, la deforestación, la urbanización, la ganadería y los campos de cultivo,  la población de duendes se ha visto enormemente mermada en un par de siglos. Cada vez hay menos espacios en los que pueden vivir lejos del ser humano.

Cuando hay una catástrofe global lo bastante grave, los duendes suelen hacer un llamamiento para celebrar una reunión en lo que ellos denominan «El Viejo Tocón», un asentamiento en el oeste de Europa. Allí se reúnen tradicionalmente las tribus de la zona, pero en ocasiones especiales también acuden muchas tribus de todo el mundo para discutir el tema que se vaya a tratar. Hace unas semanas, el cuerpo de exploración bosnor —un grupo que se encarga, como su propio nombre indica, de explorar posibles amenazas o problemas para la población duende— ha convocado una reunión urgente para tratar un tema extremadamente preocupante para el que tendrán que buscar soluciones cuanto antes, pero esto lo descubriréis en el cómic BRIZNA. Esperanza.

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