Las tribus suelen estar formadas por uno o más núcleos familiares, compuestas por un puñado de individuos o por decenas; a veces, incluso más de un centenar. A medida que pasa el tiempo, las tribus van creciendo de un modo natural, salvo accidentes, catástrofes o epidemias. Pero esto no ha hecho que a lo largo de los años hayan crecido hasta el infinito, puesto que, en ocasiones, un miembro, o un grupo de ellos, decide abandonarla para crear una nueva, o bien unirse a otra ya existente. Esto no es ningún agravio u ofensa para la tribu, sino un proceso natural y necesario que regula el tamaño de las tribus y otorga libertad a sus individuos.

Las tribus suelen tener el nombre que le otorgan sus fundadores. En muchas ocasiones el nombre de la tribu se remonta a tan antiguo, que nadie recuerda quién se lo puso. Así, nos encontramos con tribus jóvenes, tribus viejas y tribus ancestrales. No se sabe muy bien en qué punto una tribu joven se considera tribu vieja, ni cuándo una vieja pasa a ser ancestral, pero como referencia, los duendes suelen hablar de tribu joven cuando sus fundadores aún están vivos, y de tribu ancestral cuando su creación se remonta a siglos atrás o la tribu ha tenido cierta relevancia en la historia de los duendes. De modo que, paradójicamente, en ocasiones se ha llegado a considerar una tribu joven y ancestral a la vez.